En tu nervio vegetal;
es grato gravitar en tu adiós,
en tu nombre que no pronuncia;
y al callar tanto;
es posible que no me juzgues con bondad.
Cuando desprendido de tu fe,
majestuoso vuele acuático,
no recordaré ya quien eras;
y no será posible ser conciencia entre tanta espesura.
Metro a metro rayando tu amor pequeño,
aquí estoy, aunque no me veas,
aquí yazgo, colmado de tu acento andino.